¿Por qué vemos al hombre en la Luna?

12.03.2012

Hay algo poético en la idea de que al contemplar el cielo de noche se ve el rostro familiar del "Hombre en la Luna", que fielmente nos acompaña toda la vida. La Luna rota de manera sincronizada. Le toma la misma cantidad de tiempo girar sobre su propio eje, que hacerlo en torno a la Tierra. Esta es la causa de que la Luna "mire fijamente" a la Tierra, por lo que siempre presenta hacia la Tierra el mismo hemisferio. Pero, ¿hay una razón por la cual específicamente es ésta la mitad de la Luna que mira a la Tierra, o fue pura coincidencia que no nos "diera la espalda"?


A través de un cuidadoso análisis y simulaciones, el Prof. Oded Aharonson del Centro del Instituto Weizmann de Ciencia Planetaria, en conjunto con el Prof. Peter Goldreich del Instituto de Tecnología de California y el Prof. Re'em Sari de la Universidad Hebrea de Jerusalén, han demostrado que la orientación de la Luna no es pura coincidencia, sino que se basa en sus propiedades geofísicas. Sus hallazgos han sido publicados recientemente en Icarus.


La cara visible de la Luna es de baja altitud y está cubierta de cráteres llenos de material volcánico denso y oscuro. Para algunos este patrón se asemeja al hombre en la Luna. En cambio, el otro lado está predominantemente compuesto de "altas" regiones montañosas. "Intuitivamente, esperaríamos que el otro lado, compuesto de altas montañas, a diferencia de los bajos cráteres, fuera la cara visible, ya que de esta manera la Luna estaría más cercana a la Tierra, y la energía del sistema sería menor", dice Aharonson. La naturaleza suele preferir los estados de menor energía, ¿por qué no en éste el caso?


El movimiento de la Luna es un poco como el movimiento de un tren de juguete dando vueltas alrededor de una pista con dos colinas y dos valles. Las colinas y los valles representan los diferentes niveles de energía de la orientación de la Luna geofísicamente asimétrica. Debido a la fricción, el tren sigue perdiendo energía hasta que no tiene suficiente para atravesar la colina y se queda atorado en uno de los valles. La elección de los valles no se rige por la profundidad de los valles, sino más bien por la altura de la colina que cruzó por última vez. Lo mismo ocurre con la Luna: su energía máxima (las colinas en nuestra analogía), y no la energía mínima (los valles), es la que determina el último estado de la Luna.


De acuerdo a las simulaciones de los científicos, los valores calculados de la energía, correspondientes a las condiciones geofísicas actuales, favorecen la orientación actual de la Luna. "De hecho, al diseñar distintos modelos de la Luna –cambiando el valor de su masa y otros parámetros que afectan sus propiedades gravitacionales– somos capaces de controlar completamente sobre qué "valle" la Luna se establece", dice Aharonson.


Algunos podrían decir que la orientación de la Luna respecto a la Tierra fue establecida al comienzo de la existencia de la Luna. En esa época, sus propiedades eran muy diferentes de las de ahora y, por esto, los resultados no pueden ser relevantes para explicar la situación actual. Los científicos, y de hecho también cierta evidencia, sugieren que, en algún momento, la otra cara de la Luna era la que apuntaba a la Tierra, pero fue sacada de sincronización y posteriormente volvió a la orientación actual, conforme a lo predicho por los nuevos hallazgos.


Aharonson: "Para mí, lo más interesante no es ver al hombre en la Luna, sino la elegancia de cómo funciona el sistema."

 

El Prof. Oded Aharonson desea agradecer el apoyo del Proyecto de Reconocimiento Lunar.


Los proyectos de investigación del Prof. Oded Aharonson son apoyados por el Patrimonio de Joseph y Erna Lazard.

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